Cuando uno se encuentra con un trozo de barro en la mano, no siempre sabe lo que quiere hacer y los dedos tienen que ir buscando la forma escondida en esa masa. Ahí apareció este joven delgadito y melancólico, que resistió hornos y oxidaciones antes de lucir su bañador rayado. Rakú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario